Virgilio ha dado inicio a la
clase de hoy, planteando la siguiente cuestión en nuestro Rincón del
Pensamiento Crítico:
Ø ¿Están nuestras ciudades urbanizadas ideadas para los niños?
Para
introducir el tema de la movilidad urbana hemos visto un vídeo sobre Francesco Tonucci (Fano, 1940) también
conocido por el seudónimo "Frato", un pensador, psicopedagogo y
dibujante italiano. Éste, es autor de numerosos libros sobre el papel de los
niños en el ecosistema urbano y de artículos en revistas italianas y
extranjeras.
Sus
investigaciones se centran en el desarrollo cognitivo de los niños, su
pensamiento, su comportamiento y la relación entre la cognición de los niños y
la metodología educacional.
Antes de debatir y contestar a la pregunta hemos visto algunos vídeos en los que Francesco Tonucci nos explica más sobre la movilidad urbana relacionada con los espacios destinados a los niños.
Vídeo 1: Franceso Tonucci y la ciudad de los niños como espacio público para todos.
Vídeo 2: Los niños según Frato.
Cuando
vemos a los niños, a nuestras futuras generaciones, en la calle, esto es
sinónimo de una ciudad “sana” como estructura ambiental. Si ocurre lo
contrario, significa que la ciudad es “enferma”.
Destaca
su proyecto llamado “La ciudad de los niños”. Al cual, desde hace dos décadas,
se han unido unos 2000 municipios europeos y latinoamericanos. Explica que la sociedad
adulta ha pensado en una sociedad adaptada a sus necesidades. El diseño que se
encuentra en la mente de nuestros niños y jóvenes es totalmente diferente. Nuestra
ciudad no es un espacio público, ya que solo es accesible a aquellos que pueden
adaptarse a su ritmo, al tráfico, a las aceras, a los espacios delimitados y
separado del espacio lúdico de los niños.
Pero…
¿Cómo podemos conocer la opinión de los
niños y jóvenes?
¿A través de que institución pueden
canalizarse sus demandas?
¿De verdad seríamos capaces de escuchar su
opinión?
La
solución a estas cuestiones, según Francesco Tonucci, radica en la propuesta a
los alcaldes, los cuales tendrían que asumir a los niños como parámetros de
evaluación y de cambio ya que una ciudad será adecuada para todos si es
adecuada para los niños y viceversa.
LA AUTONOMÍA DE LOS NIÑOS
Como
vemos la autonomía de los niños y niñas han disminuido. Nuestras futuras
generaciones necesitan un espacio de juego que vayan creciendo con ellos,
espacios abiertos sin necesidad de prohibirles jugar ni imponerles limitaciones
con nuestras normas.
De esta manera, tenemos que conseguir que el espacio de
juego sea la misma ciudad.
Estamos
perdiendo espacios públicos y el sentido de público. Asumimos como derecho, por
ejemplo, aparcar nuestros coches privados ocupando espacios públicos. Nuestra
ciudad está llena de lugares protegidos y vigilados por los adultos y como
consecuencia, cambiando la vida, las oportunidades y las experiencias de los
alumnos.
El
niño crece jugando, está demostrado que es una de las dinámicas con las que más
aprenden e interiorizan los conocimientos. Pero, a pesar de que hay una gran
inmensidad de supermercados, tiendas, centros comerciales especializados en
juguetes, etc., no estamos dirigiendo al juego en su dirección correcta. No se
puede comprar el juego y tampoco acompañar al niño a que lo haga. El juego tiene que ser autónomo. Está
claro que debemos enseñarles las reglas
sociales básicas como, por ejemplo, no hablar con desconocidos, pero siempre ha
de ser autónomo. Para ello, es necesario buscar espacios y situaciones
controladas y evitar compensar, por decirlo de alguna manera, a los niños que
no pueden salir de casa con juguetes.
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